Juventud, acné y salud emocional.

118883012_-1_t750x550El acné es una patología que afecta a más del 70% de la población. Muchos especialistas coinciden en resaltar que a pesar de que el acné no pone en riesgo la salud física, sí que lo hace con la salud emocional, social y psíquica. Debido a los daños que ocasiona esta enfermedad en la piel y por tanto en la estética, no es raro observar posibles efectos psicológicos y sociales en las personas que lo padecen. El acné puede afectar a las relaciones sociales y al correcto desarrollo de la autoestima, pudiendo,  incluso, influir en el éxito académico y laboral.

El acné es una afección benigna de la piel que afecta a las glándulas sebáceas, caracterizado frecuentemente por la aparición de granos, espinillas y en ocasiones pueden dejar cicatrices en la piel. Es un trastorno muy común en la adolescencia y en adultos jóvenes, tanto en hombres como en mujeres, y son las personas de esta edad las que más sufren las consecuencias emocionales y psicológicas del acné.

En la adolescencia el criterio estético, la apariencia física, la imagen corporal y cómo nos ven los demás es importante. Hay una necesidad de agradar físicamente a los demás, sentirse integrado, gustarse a uno mismo y a los demás, e inevitablemente se comparan con el canon de belleza cultural y con sus iguales, dejándose influir por las miradas y opiniones de los demás. Por otra parte, en la adolescencia se suelen contar con escasos recursos personales, aún no se ha desarrollado del todo la capacidad de solución de problemas y a veces las habilidades sociales escasean. Todo esto, junto con la poca estabilidad emocional característica de esta etapa, hace que sea necesario prestar una atención especial a la influencia que el acné pudiera tener en la autoestima y en la vida del adolescente en general.

Cuando el acné es muy visible puede ocurrir que la persona se avergüence y no quiera quedar con amigos, que se le haga cuesta arriba ir al instituto y que anule todas sus relaciones sociales. El miedo al rechazo se esconde detrás de este comportamiento y por ello se evita cualquier situación en la que se anticipe un posible rechazo. Las consecuencias que se derivan de esta situación de evitación es el desarrollo de otras patologías como ansiedad, baja autoestima, depresión o trastornos de la conducta alimentaria. Por todo ello, es necesario que médicos y dermatólogos estén familiarizados con los efectos psicosociales de esta patología y de otras afecciones dérmicas para que puedan orientar al paciente acerca del tratamiento integral desde el inicio de la intervención y prevenir futuros daños psicológicos.

Algunos problemas psicológicos que puede ocasionar el padecer acné son: timidez, baja autoestima, un pobre autoconcepto o una imagen de sí mismo deficiente, fracaso académico, bajo rendimiento laboral, obsesiones, poca confianza en sí mismo, conducta antisocial, retracción social, sentimiento de inferioridad, problemas emocionales y conductuales. Puesto que el ser humano es un ser social, el presentar patologías que puedan afectar a las relaciones sociales es el mayor factor de riesgo para la aparición de trastornos psicológicos. Dotar a los adolescentes de herramientas para hacerle frente a estas situaciones, darles apoyo y tratamiento en el caso de haber desarrollado algún problema, es fundamental para crear adultos sanos emocionalmente y prevenir posibles efectos negativos a largo plazo.

Por otra parte, y quizás, otro motivo por el que se recomienda una buena orientación psicológica en los tratamientos dermatológicos como intervención complementaria a la farmacológica, es que muchos de los efectos adversos que el acné puede ocasionar generan un aumento del estrés, el cual repercute considerablemente en el estado de la piel, agravando el problema del acné, y éste a su vez, cual pescadilla que se muerde la cola, agravando la salud emocional.

Muchas personas que son propensas a padecer acné suelen ver como éste empeora en épocas de cambios o de mayor agitación emocional. La ansiedad y el estrés, cuando no lo gestionamos de forma adecuada, afecta directamente a nuestra piel y a la salud en general. Por el contrario, en las etapas en las que nos sentimos más tranquilos, con más paz y serenidad, nuestra piel resplandece y disminuyen los brotes, nos sentimos tranquilos y nuestra piel lo comunica. La piel es el reflejo de nuestras emociones y cuidar de nuestra piel pasa por ocuparnos de nuestras emociones. Las estrategias de afrontamiento psicológicas se tornan imprescindibles, tanto en la curación del acné como en su prevención.

Isabel Soriano Santacruz     Psicóloga  CV08364

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