La piel: un reflejo de tus emociones

 

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Muchas investigaciones han puesto de manifiesto la relación existente entre la salud física y la salud mental, y han destacado la importancia de introducir el tratamiento psicológico como complemento de determinados procedimientos médicos para aumentar la efectividad de éstos y reducir la frecuencia de las recidivas.

Algunos trastornos psicológicos y estados emocionales alterados como el estrés crónico y la ansiedad pueden ocasionar problemas dermatológicos, así como determinadas alteraciones cutáneas repercuten en el bienestar emocional, en la autoestima y en la calidad de vida de los pacientes.

De esta forma,  es posible pensar en la interrelación de factores orgánicos, ambientales y psicológicos en el origen y desarrollo de alteraciones de la epidermis. Se calcula que aproximadamente el 30 % de pacientes con problemas dermatológicos presentan alteraciones psicológicas.

Las enfermedades dermatológicas donde se ha encontrado una mayor comorbilidad con alteraciones psicológicas y psiquiátricas, como depresión,  o en las que el estrés suele agravar la sintomatología,  pueden ser psoriasis, dermatitis atópica, prurito, alopecia, urticaria idiopática o acné.

El estrés crónico y el estrés psicosocial, la ansiedad, el TOC y los trastornos del estado de ánimo, se consideran factores de riesgo en la aparición de dichas enfermedades y dificultan a su vez, la correcta evolución de los tratamientos médicos. Por todo esto, se hace necesario en algunos pacientes  tener en cuenta estos factores y plantear psicoterapia cuando se estime necesario como complemento a otros tratamientos para reducir la psicopatología asociada.

Dermatitis artefacta o facticia, Tricotilomanía o la llamada Tanorexia (adicción al sol), son otro tipo de patologías que se suelen diagnosticar en la consulta del dermatólogo y en las que existe una íntima relación con problemas psiquiátricos y psicológicos como trastornos del control de los impulsos, autolesiones, preocupación excesiva por algún defecto físico y alteraciones cognitivas y conductuales.

Por otra parte, cabe destacar que algunas personas con alteraciones dermatológicas severas que comprometen la autoimagen (como acné o psoriasis) pueden sentirse avergonzados o deprimidos y afectar negativamente a la autoimagen y la autoestima, pudiendo ocasionar aislamiento social y consecuencias desfavorables en el área laboral, académica, social o familiar de la persona.

Los tratamientos psicológicos pueden usarse para mejorar los problemas dermatológicos.

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