¿Los conflictos en la relación de pareja pueden afectar a tu salud?

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Una relación de pareja conflictiva puede tener repercusiones directas en la salud y en la calidad de vida de ambos miembros. Discutir y pelear con la pareja no sólo afecta al estado de ánimo sino que puede ocasionar dificultades a largo plazo en la salud física, mental y sexual. Numerosos estudios han puesto de manifiesto cómo los conflictos de pareja crónicos afectan negativamente en todas las áreas de nuestra vida.

Si miramos a nuestro alrededor es bastante común encontrar parejas que discuten constantemente e incluso, si hacemos memoria, nosotros mismos tal vez hemos pasado por alguna etapa donde la falta de entendimiento era la orden del día. Aumento del ritmo cardiaco y de la presión arterial, respiración agitada, dolor abdominal, pérdida de apetito, nerviosismo o actos violentos son sólo algunos de los efectos inmediatos del conflicto. Sin embargo, si este se mantiene durante el tiempo, el desgaste emocional y físico hará que determinadas patologías físicas y psíquicas aumenten su probabilidad de ocurrencia. Algunos de los trastornos más comunes son estrés crónico, cefaleas tensionales, alteraciones hormonales, síndrome de colon irritable, problemas psicosomáticos, ansiedad, depresión, insomnio, problemas en la concentración mental, desarrollo de conductas adictivas, baja autoestima, aislamiento o bloqueo emocional.

Las relaciones de pareja pasan por varias fases. En una primera etapa de enamoramiento el conflicto es casi inexistente. La idealización de la pareja y la llegada del amor a nuestra vida nos llena de optimismo con respecto al futuro. El enamoramiento aumenta la autoestima y nos hace sentirnos con fortaleza para sortear los obstáculos que pueden surgir en el día a día. El amor se instala en nuestra vida y no nos cuesta esfuerzo alguno mantener la pasión. Sin embargo, igual que nuestras necesidades personales van cambiando con el tiempo nuestra relación de pareja también lo va haciendo con nosotros. Es aquí donde surge la fase de lucha de poder y donde más conflictos aparecen. Es el momento de construir los cimientos de la relación. Las normas en la convivencia o la repartición de tareas, el cuidado de los hijos, la organización del tiempo de ocio individual y de pareja, la economía familiar o la relación con la familia de origen son aspectos nuevos a negociar y pueden ocasionar muchos desacuerdos. Por último, y si la toma de decisiones de la fase anterior nos ha llevado a la colaboración, aceptación y apoyo mutuo, se establece la fase de intimidad y la relación se irá afianzando con mayor firmeza y solidez.

La pareja es uno de los aspectos centrales en la vida y puesto que las crisis de pareja afectan a nuestra salud general pudiendo tener incidencia en el rendimiento laboral e incluso en la motivación y en las ganas de vivir, buscar soluciones en cuanto aparecen los conflictos se hace necesario. La satisfacción en la pareja está relacionada con el apoyo emocional, con compartir metas e intereses y con las estrategias de resolución de conflictos basadas en una comunicación eficaz. Una buena relación de pareja no es aquella que no tiene conflictos, sino aquella que sabe enfrentarse a ellos.

Entre los consejos más útiles para poder vivir en armonía y alcanzar soluciones razonables, se destaca el cambiar las quejas por peticiones (p.ej. “me gustaría pasar más tiempo contigo” frente a “siempre te vas con tus amigos”), crear acuerdos negociados pero nunca aprovechando la discusión, resolver los problemas del pasado y curar heridas generando interacciones positivas de reparación emocional. También es recomendable demostrar cariño e interés en pasar tiempo juntos, respetar los espacios del otro, transmitir reconocimiento o admiración (decir lo orgullosos que nos sentimos de compartir la vida con él o ella) y hablar mucho de nuestros sentimientos para evitar los malentendidos utilizando siempre una comunicación asertiva.

La terapia de pareja se debe considerar cuando las peleas, gritos y falta de respeto parecen no tener fin. Estas terapias son muchas más efectivas si no dejamos pasar mucho tiempo desde las primeras señales de insatisfacción en la relación y no esperamos a que el distanciamiento, el rencor y la frustración acumulada nos impidan encontrar soluciones. Acudir a terapia de pareja implica que ambos miembros desean recuperar el bienestar y aceptan que ambos son parte del problema pero también parte de la solución.

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