Tratamiento psicológico del Dolor Crónico

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 El dolor crónico es un trastorno que padecen millones de personas en todo el mundo y concretamente en España alrededor del 11% es diagnosticado de esta enfermedad según los datos de la Asociación Española del Dolor.

Una de las principales características de esta enfermedad, además del dolor sin una base física que lo explique,  es el impacto que la enfermedad tiene sobre la vida de la persona en su vida social, familiar y laboral.

Podemos definir el dolor crónico como aquella sensación de malestar que dura más de seis meses, no está asociado  a una lesión concreta y no remite con terapias y tratamientos convencionales como cirugía, fármacos o tratamientos fisioterapéuticos. El enfermo suele someterse a pruebas y exámenes médicos donde no se encuentra una causa que justifique su dolor.

La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor define el dolor como “una experiencia sensorial y emocional desagradable relacionada con daño real o potencial de algún tejido”. Cabe resaltar de esta definición la aceptación del dolor como experiencia emocional y por lo tanto, como experiencia psicológica, no solo fisiológica, y por otra parte, la no necesidad de existencia de lesión física o una lesión real para experimentar dolor.

A veces es difícil conocer la causa del dolor crónico ya que éste puede responder a varios factores. Asimismo, el dolor puede aparecer inicialmente debido a una enfermedad o a una lesión, pero persistir por estrés, problemas emocionales como ansiedad, preocupación o depresión y estrategias de afrontamiento inadecuadas. También es posible que se produzca dolor crónico sin que haya una lesión o enfermedad previa.

En la investigación del dolor crónico encontramos que las estrategias de afrontamiento se han relacionado con la intensidad y duración del dolor, con el desarrollo de psicopatología, con la aparición de discapacidad y con la interferencia en las diferentes áreas de la vida. Así, determinadas estrategias de afrontamiento se relacionan con una mayor adaptación a la enfermedad y las más adaptativas son las denominadas estrategias de afrontamiento activas (como búsqueda de información, distracción o capacidad de solución de problemas). Las estrategias más eficaces en el dolor crónico son las estrategias que eliminan la atención del paciente sobre el dolor. Concentrarse en otras actividades placenteras como la relajación o la socialización, verbalizaciones de afrontamiento o autoafirmaciones, ayuda a disminuir el catastrofismo asociado a la enfermedad y la importancia dada al dolor. Por el contrario, estrategias de afrontamiento que contribuyen a agravar el dolor son las quejas, el catastrofismo, la desesperanza y estrategias de afrontamiento más pasivas (evitar situaciones o descanso).

Desde este enfoque los pensamientos negativos, las creencias erróneas sobre el dolor y el significado que dan a sus síntomas o la evaluación que los pacientes hacen de su dolencia, afecta al agravamiento de la experiencia de dolor crónico y al grado de deterioro físico, emocional y social.

En el tratamiento psicológico del dolor crónico será imprescindible reducir emociones negativas, depresión, ansiedad o nerviosismo y aumentar el optimismo. Por otra parte, fomentar la percepción de autoeficacia del paciente también es uno de los objetivos más relevantes del tratamiento. El paciente ha de percibir que tiene estrategias y recursos para afrontar cualquier situación de su vida, incluso el dolor. Cuanta más autoeficacia tienen un individuo mejor maneja los síntomas de dolor, disminuyendo así la intensidad de éste.

Puedes encontrar más información en los siguientes enlaces:

http://www.infocop.es/view_article.asp?id=2435

http://www.cop.es/infocop/pdf/1709.pdf

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